4/ OPERACIÓN AUTOESTIMA, MALDITO DÍA 4: MARTE, ROJO COMO LA SANGRE.
- astroestimafer
- 17 abr 2021
- 6 Min. de lectura
La gran estrella roja, fue percibida como un símbolo en la antigua Grecia como; “Ares, Dios de la guerra” y su equivalente Romano “El Dios de las batallas”.
Marte, horror y valentía.

Esto es lo bueno de las cicatrices, tan solo con mirarlas puedes reconocer todo lo que has superado y progresado, es cuando digo que las cosas pasan por algo, dicho de una mejor manera, lo que no te mata, fuerza te da. – Por favor recuerda esto durante todo el capítulo-
Creía que únicamente las personas cultas y cuerdas debían exponer sus ideas a la luz, en pro a la salud mental de la sociedad y para salvaguardar un margen pulcro de cómo debe ser una persona correcta, pero es que yo no me sentía muy normal; desde que era pequeña lo supe, sentía que había algo más para mi ahí afuera, entonces he ido tras eso cada día de mi vida, sin saber que si tan solo me posaba tranquila, aquello me encontraría.
Ahora sé que sin desviación de la normatividad, no solo el progreso es imposible sino también lo que se supone extraordinario.
En mi pasado fúnebre solía pensar que sólo la gente madura o sabía podía alzar la voz, por aquello de; "Si no tienes nada bueno que decir, mejor no digas nada" Entonces enmudecida, me escondí. Pero si alguien esta tan roto como yo y al leer esto le trae un poco de paz, por lo consiguiente todo habrá valido la pena, aunque no sea una persona madura ni lo suficientemente sabía, puedo decirte que te entiendo y que sé cómo te sientes.
Así que lo advierto, en este capítulo no tengo nada bueno que decir acerca de una persona -específicamente- pero lo escribiré todo.
Siguiendo con la historia… Said volvió. Una de las tantas veces que lo hizo, sin embargo esta última, logro cambiar mi vida. Las otras visitas a partir de estos días eran para asegurarse de que yo siguiera recostada en el piso.
Yo me veía con los ojos más tristes de lo habitual y con un vientre notorio -es increíble lo rápido que crecía-.
-¡Regresó! Me dije a mi misma, convencida de que las cosas mejorarían.
-No te preocupes, le dije. Juntos saldremos adelante, voy a terminar mis estudios y en cuanto nazca nuestro bebé conseguiré un buen trabajo.
Ahí estábamos los dos, en una habitación más pequeña que mi sentido de supervivencia. Ingenua, y a su voluntad. Además de ser esta la última ocasión que me permitiría ilusionarme con alguien.
Logró engañarme un desconocido homicida, hipócrita, apto para sobrevivir con un corazón artificial. Sin rastro alguno de quien decía que me amaba, pero al parecer aun capaz de ofrecerme algo de beber.
-Te he traído tu jugo favorito o lo que queda de él, tómatelo y tranquilízate, no iré a ninguna parte, me quedaré contigo toda la noche. Dijo Said, mientras me daba una botella con medio líquido.
¿Han visto como se ve un gigante entrando en una casa pequeña, destrozándolo todo a su paso? Pues así me sentía, como una casa invadida y en destrucción, con un dolor insoportable en el vientre mientras él gigante, del susto estaba blanco como la nieve.
Atónito, me condujo a la cama. Horas más tarde comencé a sangrar, fue así como el piso y mis sábanas blancas se tiñeron de rojo.
- Recuéstate no debes estar de pie. Me dice Said por enésima vez.
- ¡Pero Said, me siento muy mal, llévame al hospital, por favor! Dame el teléfono, les llamaré a mis padres.
-¡Vamos Said! ¿Por qué no haces nada?, llámale a mi papá. Le decía sin importarme que se enteraran de lo sucedido.
- No podemos hacer eso, me dice nervioso. Te has tomado una pastilla abortiva en el jugo que te di por la mañana.
-¿Me estas jodiendo?, por favor dime que es mentira y llévame al médico. Le supliqué llorando.
No podía creer lo que estaba pasando, me faltaron fuerzas para caminar y quitarle mi teléfono, el cual sostenía con gran pericia como si fuese lo único que lo separase de su maldito plan. Enseguida se me nublo la vista. Mareada, incapaz de comprender, me recosté en la cama. Tenía fiebre, lo sé porque Said me confesó que aquella noche estaba delirando, murmurándole que confesaría que estaba esperando un bebé, también que me mudaría y le pintaría una habitación de estrellas y cometas, además le cantaría todas las noches. Sé que es verdad, para mí no hay nada más sagrado que la familia y aún más cuando se trata de formar una propia.
Said se quedó conmigo el resto de la noche y al día siguiente también. Se recostaba junto a mí, mientras yo lloraba y me retorcía del dolor.
-¡Que agallas tienes, sínico! Pensaba, porque no tenía ganas de hablar, pues estaba aturdida, casi muerta por lo que él me acababa de quitar, pero con tanto odio en mi corazón para seguir.
Nunca olvidaré esto. Algunas veces me siento en el borde de la cama y veo pasar frente a mí la misma escena triste un millón de veces, sin embargo he notado que cada día me rompe un poco menos, entonces supongo que en algún momento podré seguir con mi vida aún con ello latiéndome dentro.
Ahí estaban las señales y las ignoré. Todo este tiempo estuvo frente a mí, revelando sus verdaderas intenciones. No hice caso a mis amigos y familiares, quienes con el tiempo se cansaron de repetirme que yo me merecía algo mejor.
No deje a Said enseguida, te preguntarás ¿Por qué? Si bien, el amor no desaparece así como así, de un día para otro, es por eso que sé que él no me quiere y nunca me quiso. Pese a eso, me acondicione a matar ese cariño día tras día. Fue así como descubrí, que el corazón -no- quiere lo que quiere, como dice aquella canción de Selena Gómez (The Heart Wants What It Wants) -El corazón y la mente quieren lo que tú les enseñes que es prudente querer, “Prudente”.
Tiempo después Said me llevo al médico a realizarme un ultrasonido, ya que yo pensaba que aún estaba embarazada e iba con la esperanza de que el doctor afirmara mi sospecha.
Dicen que los síntomas de gestación pueden permanecer hasta un mes después de haber abortado, ese fue mi caso. Perdí a mi bebé y una parte de mí, murió con él.
-Te hubieras muerto tú, no eres ni la mitad del hombre que te gustaría ser, tú padre se murió decepcionado de ti y de estar vivo, se sentiría avergonzado. Palabras que le dije a Said aquel día, que lo llevo a querer quitarse la vida meses después.
En una ocasión Said me confeso que se arrepintió enseguida después de darme a beber el jugo y que de tener otra oportunidad, habría hecho las cosas diferentes y ¿Ya para qué? El tiempo es un recurso no renovable en esta vida, piensa en ello cada que quieras desperdiciarlo.
Pase muchas noches odiándome por no ser más fuerte, culpándome de haber sido tan ingenua. Me aislé durante meses de la gente, viví encerrada por un tiempo sola hasta comprender que a la vida que compartió dentro de mí, le debía al menos mejorar mi camino, porque no se trata de cuantas veces te tropiezas con la misma piedra, debes aprender a reconocerla. Así, después de tener ese pensar en mi mente, me senté en este lugar a escribir sobre cómo sobrevivir y cómo manejar el dolor, porque aún sigo visitando a Marte algunas veces, para nunca olvidar lo valiente que he sido.
Toda la obra nace aquí. Espero que todo terminé bien para ambos. Como lo dice en alguna parte del prólogo:
“Un libro en metamorfosis, el lector podrá notar la evolución de su escritora, a lo largo de la obra y al mismo tiempo será participe de la suya propia”
Supongo que debo aprender de ello y perdonar a Said quien me busco durante mucho tiempo. La madrugada era su hora favorita para atormentarme, se aparecía a altas horas de la noche en mi casa, me seguía a todos lados, así que termine mudándome de departamento. ¿Culpa? No estoy segura, de lo que sí, es que él nunca volvió a ser el mismo y yo tampoco porque lo que no te mata, fuerza te da, el dolor es una manera de traslucir lo enfermizo de la vida, pero también es un sentimiento poco apreciado e inexplorado por eso estoy aquí escribiendo esto meses después de haber vivido en Marte.
Comentarios